Partido fascinante al mejor estilo de choque de filosofías futbolísticas. Por un lado, vimos a Barba Guerra priorizar la posesión del balón, con la clara intención de elaborar el juego desde la defensa y ejercer dominio en el mediocampo. Su objetivo fue controlar el ritmo y el espacio a través de la circulación de la pelota.

En el otro extremo, Nolimpio optó por un enfoque completamente distinto: la verticalidad. Buscaron llegar al área contraria con la menor cantidad de toques posible, explotando las transiciones rápidas para sorprender a la defensa adversaria. La eficiencia y la velocidad fueron sus armas principales sumado a otra gran actuación de Santi Pansi Castro que se despachó con 6 pepas, encaró 200 veces.

Un elemento táctico que resultó crucial y que marcó una diferencia significativa fue la presión tras pérdida. Ambos equipos la aplicaron, pero uno de ellos logró ejecutarla con mayor efectividad, generando recuperaciones en zonas adelantadas del campo. Estas recuperaciones fueron vitales, ya que no solo frustraron los intentos de construcción del rival, sino que también crearon nuevas oportunidades de ataque en posiciones ventajosas.
Al final, la balanza se inclinó a favor del conjunto que logró transformar esas llegadas en situaciones claras de gol.