El césped del estadio se convirtió en un verdadero volcán en erupción. Castelar y La 71 protagonizaron un duelo de alta intensidad, donde el balón transitó de un área a otra con una velocidad vertiginosa. Un partido que, desde el pitazo inicial, se presentó como un duelo de cracks, donde ambos equipos buscaron imponer su ritmo y hacerse con la victoria.

Las transiciones defensa-ataque fueron fulgurantes. En apenas seis o siete segundos, el juego podía pasar de un área a otra, sorprendiendo a las defensas y regalando a los espectadores jugadas de vértigo.

El desarrollo fue un ida y vuelta constante, donde ambos equipos se turnaron para dominar el juego. La 71, con su juego directo y potente, buscó sorprender al rival con rápidos contragolpes. Por su parte, Castelar, con un estilo más elaborado y técnico, intentó controlar el juego a través de la posesión del balón. Cada jugada fue celebrada como una victoria, cada error fue castigado sin piedad. Los jugadores, entregados al máximo, dejaron todo en cada balón.

Al final del partido, ambos se retiraron del campo con una sensación agridulce. Por un lado, la satisfacción de haber ofrecido un espectáculo de alto nivel y de haber enfrentado a un rival a la altura. Por otro lado, la frustración de no haber podido llevarse los tres puntos.